La especulación financiera es una apuesta por la valoración de un activo con el objetivo de obtener beneficios muy por encima de la media del mercado en un corto período de tiempo, asumiendo, para ello, mayores riesgos que los inversores ordinarios.
Esta definición se aplica a nivel individual, es decir, para explicar quién sería un especulador dentro del mercado de valores.
La especulación financiera en el mercado de valores
También podemos definir la especulación financiera en la economía de manera más amplia, mirando al mercado en su conjunto. Desde esta perspectiva, la especulación financiera es el movimiento de valoración de activos basado en la creencia de que un escenario económico seguirá favoreciendo nuevas subidas de precios.
En algunos casos, esta percepción es el resultado de un excesivo optimismo. En el caso de las acciones, se trata de una especie de ciclo en el que la propia subida de los precios acaba atrayendo a más inversores que, debido a la ley de la oferta y la demanda, acaban provocando nuevas subidas de precios.
La formación de la burbuja especulativa
Como el capital financiero es más volátil que la economía real, es posible que este ciclo de cotización de las acciones aumente sin corresponder a un crecimiento de la producción, es decir, sin una base sólida en la economía que justifique dicho calentamiento.
Este movimiento puede ser desencadenado intencionalmente por algunos sectores del mercado o no. Cuando llega a un punto extremo, puede provocar un crash, es decir, el estallido de la burbuja especulativa, con una repentina devaluación del valor de los activos, lo que puede tener consecuencias para la economía en su conjunto.
La especulación financiera de los años veinte, que se caracterizó por una gran euforia en los Estados Unidos, es uno de los factores utilizados para explicar la caída de la Bolsa de Nueva York en 1929, que dio lugar a la Gran Depresión, considerada la crisis más grave del siglo XX.
¿Cómo es el ciclo de la especulación financiera?
Un momento de optimismo
Una economía, cuando está en alza, suele generar perspectivas de crecimiento continuo. Esto ocurre en el conjunto de la economía, que ve surgir nuevas iniciativas de iniciativa empresarial, búsqueda de capital, concesión de créditos, atracción de inversores y fuerte revalorización de las acciones.
En el caso de las existencias, cuando los precios empiezan a subir, tienden a alcanzar un máximo y luego se estabilizan.
Los altos precios atraen a más inversores
Sin embargo, en lugar de alcanzar un nivel estable, el ciclo de apreciación puede continuar, con precios altos que atraigan a nuevos inversores, muchos de los cuales no están acostumbrados al mercado financiero, pero están motivados por el optimismo general.
El mantenimiento de este ciclo puede hacer que los precios de las acciones alcancen niveles artificiales, es decir, pensando en los papeles de una empresa determinada, su valor puede estar muy por encima de lo que esa empresa ofrece en la economía real, es decir, en términos de producción y generación de riqueza.
El estallido de la burbuja
Cuando los inversores más experimentados, que tienen más información para basar sus movimientos en el mercado financiero, entre ellos los especuladores, se dan cuenta de que la subida está llegando a su límite, suelen vender sus papeles, maximizando así su beneficio en este movimiento de apreciación.
Pero es cuando pasa la euforia y la sociedad se da cuenta de que la valoración ha sido exagerada que el choque suele ocurrir, con la caída repentina de los precios, ya que las malas noticias provocan una fuga masiva de inversores.
¿Es posible beneficiarse de la especulación financiera?
El mercado de valores se hizo más popular principalmente después de la aparición del corredor de casa, que permite a cualquier inversor entrar en este mundo de compra y venta de papeles desde casa.
Como el pequeño inversor no suele disponer de la misma gama de información que los inversores profesionales, es más probable que tenga pérdidas que beneficios si intenta aventurarse en la especulación financiera, es decir, apostar por máximos a corto plazo.
Por esta razón, los expertos tienden a recomendar a los inversores minoristas que eviten la tentación de especular en el mundo de las acciones.
La forma más segura para el pequeño inversor es hacer apuestas diversificadas, en papeles de varias compañías, basadas en análisis profundos sobre ellas y sobre el mercado en el que operan, y pensar en la valoración del dinero con una perspectiva a largo plazo. Este comportamiento minimiza los riesgos de la inversión.
¿Es la especulación financiera un delito?
La especulación financiera no es un delito, sino un juego en el que los mejores jugadores del mercado que buscan altos beneficios a corto plazo se aprovechan de la euforia económica.
Sin embargo, antes de que la burbuja estalle, algunos especuladores están interesados en que los papeles sigan subiendo, aunque son conscientes de que el aumento es irreal. Su objetivo es maximizar el beneficio que pueden obtener vendiendo sus papeles en el pico de la apreciación.
Aunque, en esencia, la especulación no es un delito, hay casos en que algunos especuladores actúan de manera fraudulenta para que la burbuja de precios siga inflándose. Entre las prácticas que utilizan se encuentran el fraude en los balances de las empresas y en la distribución de beneficios, el cabildeo con los bancos y los gobiernos y la manipulación de la información que se transmite a la prensa.
Por eso la especulación y la información son dos conceptos interrelacionados. El especulador malintencionado es un agente que adquiere y genera información de manera que interfiere con las tendencias y fluctuaciones del mercado.
Incluso el especulador que no tiene interés en perjudicar a la economía también hace uso de mucha información, porque sólo así puede entender las tendencias alcistas y saber el momento exacto en que debe vender sus papeles para obtener un mayor beneficio actuando en una perspectiva a corto plazo.
Especulación financiera cruzada
A pesar del nombre, la especulación financiera cruzada no es un tipo de inversión, sino una forma de lavado de dinero. Es un conjunto de operaciones bursátiles casadas para simular ganancias y pérdidas. Consiste en comprar y vender los mismos valores en el mismo día utilizando naranjas.
La operación se hace de manera que genera una pérdida para una parte y un falso beneficio para la otra. La parte que tiene una pérdida puede beneficiarse de una reducción del impuesto sobre la renta, mientras que el falso beneficio de la otra parte hace que se obtenga dinero limpio de forma ilegal.